miércoles, 22 de mayo de 2019

PERDER

Puedo decir que veo deportes desde que tengo uso de razón. Primero ciclismo y fútbol, luego fue el béisbol, pasando por la NBA y terminando en la NFL, olímpicos, panamericanos, y cuánto deporte transmitan por TV. Siempre en mi casa tomábamos partido por algún contenedor, el más débil cuando no era el equipo de uno. 

A lo mejor he perdido más de lo que he ganado en tantos encuentros deportivos. Aprender a tragarse el sin sabor de la derrota no se aprende nunca, tal vez, cuando toca, maquillar la vida con una risa ante todos mientras se mastica la tristeza, el dolor, la amargura y la rabia que produce perder. 



Todos hemos perdido alguna vez en nuestras vidas. Una nota, en el trabajo cuando no sale bien, cosas, tiempo, seres queridos, etc. Cada quien, en su corazón y mente, da rienda suelta a ver cómo trata esas derrotas; nadie responde de la misma manera ante el fracaso o ante la derrota. 

Hoy, que la vida me pone otra vez en el bando de la derrota, la más dura de todas, pienso en repetir esas risas falsas, en seguir a los tragos tristes que prenden aún más las hogueras de la desesperanza, en repetir el mantra “Cohelo” que está desgastado de tanto uso: “Todo va a estar bien, todo va a pasar”. Esta vez paso.

Está bien alejarse, cubrirse con la soledad y perderse en uno mismo. Está bien pensar y decir: “No todo está bien, no todo va a pasar”. Curarse de perder requiere tiempo y nadie más que uno mismo sabe cuánto amor propio necesita y cómo conseguirlo. Eso sí, como en el fútbol que las penas futbolísticas las cura el siguiente partido, la vida pondrá cura a las heridas de la derrota. Ahí volveremos, cuando el corazón y nuestra alma puedan decir sin dudas que “Todo va estar bien, todo va a pasar". 

Mauricio Gordillo
@maugor 

viernes, 9 de octubre de 2015

POCHOS Y LOCHOS


De mis mejores amigas, gracias a mi profesión, es la calculadora. Ayer salí del estadio luego de la derrota ante el Junior y la utilice para clasificar a Millonarios. Y sí, por ahí hay una luz numérica para estar entre los 8 mejores del FPC. Pero mi amiga fiel no calcula las variables más importantes. El nivel de los rivales, el cambio de DT y sobre todo como están nuestros jugadores. El nivel y actitud de este equipo es de extremos y de momentos.
El mejor ejemplo es el Pocho Insua que ayer fue de los aceptables. Jugo con ritmo, con soltura y durante 90 minutos. Al final le falto aire pero corría con lo que le daba el alma. Cosa que no habíamos visto en este torneo. En este sube y baja hay varios. Ya no sabemos que esperar de los once que salen a la cancha. Terminamos sorprendidos gratamente por como sube el nivel de algunos y terriblemente preocupados por como otros decaen.
Vikonis que nos salva en cada partido ayer regalo un tiro de esquina que terminó en gol de Junior. Maxi corre y desbarata defensas pero no levanta la cabeza ni para pedir el pan y ahí pierde su relevancia. Mayer dos partidos seguidos donde pasa desapercibido. Henriquez y Vega cumplidores, Blanco mejorando pero Robayo en caída libre de su nivel. Rangel solo contra el mundo (y adivinen quien ganó) y Lewis que quiere hacer todo al mínimo esfuerzo. Y nada de regularidad porque tocan el césped y pueden cambiar drásticamente sin razón.
Caso aparte los que carecen de alma y corazón. Luis Mosquera es la persona más irresponsable del mundo. Aparte de su regular displicencia y falta de nivel de jugador es normal que deje a Millonarios con uno menos en momentos decisivos. Omar Vasquez que nos dejó una grata impresión frente a Equidad volvió a ser el vuelticas de siempre. Y David Silva que sigue sin entender que hay que hacer los pases a los de azul , A LOS DE AZUL!!!!, camina la cancha convencido que eso de poner y correr no es con él.
Estamos entre jugadores que quieren sacar adelante el semestre, otros con una irregularidad tremenda y otros que andan con una locha absurda de jugar en Millonarios. Con esta mezcla Rubén Israel hace la conservadora y empata en el último minuto un clásico o la kamikaze de ayer con 10 jugadores y perder.
Saco mi calculadora de nuevo, ella es la única que me da esperanzas de clasificar este semestre. Y Gustavo Serpa, el jefe de los lochudos, muerto de la risa en el Country Club.
MINUTO FINAL: Stiven Vega con 17 años es muchísimo más central que Gabriel Díaz. Sobre Vega hay que edificar la defensa.
MAURICIO GORDILLO

@MAUGOR

miércoles, 29 de octubre de 2014

11 COSAS QUE NO SOPORTO DE GUSTAVO GOMEZ


  1. Querer ser más chachaco que Alberto Casas y no lograrlo.

  2. Sus peleas tuiteras con Maria Fernanda Carrascal. 

  3. Querer ser como Manolo Bellon y terminar con DJ de La Mega.

  4. Que hable como uribista, se vista como uribista, critique como uribista y al final…ES URIBISTA!!!

  5. Querer ser el mejor periodista del país y al final no lograr ni ser el practicante de actualidad panamericana.

  6. Su programa de canal Uno. Mala copia de Zoociedad y Quack, pero buen remedio para el insomnio.

  7. Querer ser Santiago Moure y terminar como Capulina.

  8. Sus peleas tuiteras con Maria Fernanda Carrascal. (mientras escribía ya volvió a pelear con la amiwis de Petro)

  9. Hoy por hoy. Sí, hoy por hoy no lo aguanto.

  10. Su columna de Soho, tratando de ser Daniel Samper Pizano. 

  11. Haber aceptado la dirección de La Luciernaga. Nos jodió nuestras tardes eternamente.

     

 

jueves, 11 de agosto de 2011

Veintitrés años de Soledad


Muchos años después frente a su televisor plasma nuevo, Carlos habría de recordar aquella tarde en que su padre lo llevo a conocer a Millonarios. El Campín era entonces un sitio de reunión familiar, acogedor para un almuerzo con la popular fritanga, generador de contertulios futbolísticos y sitio para que Millonarios demostrara su grandeza a las 3.30 de la tarde.

Recordó a su padre tararear pase la bola, pase la bola, Juega Millonarios pase la bola.
La saca Cousillas, toca Pimentel la para de pecho remata muy bien, entra al área chica donde esta Iguaran, cabezazo al piso, muchos goles van. Un jalonazo a su nueva camiseta con visos dorados lo trajo de vuelta a su electrodoméstico nuevo, y una voz dulce y melindrosa le preguntaba << Papi que es Millonarios?>>. Carlos desconcentrado y aturdido por dar la mejor respuesta para su pequeña hija, tomo tiempo sentándola en las piernas mientras veía que el himno colombiano era tenuemente entonado por la tribuna.

Le explico que Millonarios era el equipo con más títulos del fútbol colombiano, que era el único equipo colombiano que fue catalogado el “mejor del mundo”, que era el equipo por donde habían pasado Di Stefano, Pedernera, Rossi, “Maravilla” Gamboa, Arean, Moron, Brand, Willington Ortiz, Iguaran, Vanemerack, Juarez; que era el equipo donde se había forjado como presidente el mejor dirigente de fútbol que había existido en la historia de todo el fútbol profesional, Don Alfonso Señor, y que por esto y mas cosas era el mas grande de todos los tiempos. Su hija lo miro con un gesto de ternura, y acto seguido uno de incomprensión y le pregunto porque la última vez habían ganado unos “señores de verde”. Se disperso en excusas llenas de términos de comentarista argentino, que para su pequeña de 6 años eran como mandarín, terminando con una aprobación de la cabeza de ella a todo lo sustentado.

Su hija se levanto le dio un beso y se despidió saltando diciéndole: << No importa, yo soy de Millos Papi>>. Carlos mas abatido que nunca vislumbro ese sentimiento arraigado y que ahoga a muchos hinchas de su equipo amado: Al paso que vamos, sin títulos, sin jugadores, sin dirigentes y con un futuro oscuro como las tardes de clásico donde no se gana, mas temprano que tarde, los hijos no heredaran ese amor por la camiseta de sus padres, sino que la fuerza de los resultados recientes dictaran con mas ainco que color de camiseta seguir.

Las épocas que para el eran llenas de misticismo y bonitos recuerdos por como su padre se las contaba, en medio de una charla de viejos, eran ya menos gloriosas para las nuevas generaciones, donde la capacidad de asombro era puesta a prueba todos los días por un mundo ofrecido a diario por todos sus sentidos. El presente que era prometedor por nuevas caras al frente del escritorio y del balón, se perdía otra vez por los vericuetos del mundo futbolístico, las intrigas periodísticas, los faltantes de presupuesto y la incertidumbre del 4-3-2-1 del Director Técnico de turno. Sin pensarlo dos veces sirvió un trago doble de la primera botella que llego a sus manos. El ardor que recorrió su garganta le recordó los numerosos momentos de desilusión por el resultado adverso, contra el rival mas enconado o lo que parecía peor, contra quienes antes soñaban aunque sea arrancarle un mísero empate al emblemático “Ballet Azul”; esto para algunos, medio en broma medio en serio, se había convertido año tras año una costumbre infaltable en sus vidas.

Acto seguido a la traición de su raciocinio, el corazón inundo de fuerza y pasión sus pensamientos. Acepto como verdades todas las desgracias que carga a cuestas su Millonarios “del alma” y cual ave fénix renovó sus ilusiones futbolísticas de triunfos, alegrías y títulos. El semestre 2011-2 pintaba para malas cosas pero Carlos quería creer que quienes integran a Millonarios están consientes de la responsabilidad que llevan a cuestas: volver a poner a Millonarios en lo más alto del fútbol colombiano, tener los mejores jugadores y crear un estilo de dirigencia sin igual. Y lo más importante que era mantener y aumentar los fieles seguidores que día tras día batallan contra las desdichas, las malas contrataciones, los insultos de sus rivales, los errores de cada partido, para seguir creyendo y confiando en Millonarios volverá a ser campeón, teniendo su segunda oportunidad sobre la tierra y no serán exterminados como las estirpes macondianas condenas a vivir cien años de soledad; soledad de triunfos.